Kapec contuvo las náuseas y pudo colocarse mirando hacia arriba, viendo cómo el gigante se esforzaba en seguir el mismo ritmo de descenso que él como pasajero del ascensor espacial. Cada vez lo veía un poco más lejos aunque aquellos terribles ojos no cesaban de mirarle. Kapec se vio inundado por el miedo, no veía escapatoria: ¿Qué haría al llegar a la superficie? ¿Cómo se libraría de aquel agresivo vigilante? Aún descendiendo, mientras las capas de atmósfera reflejaban el trayecto realizado mediante sutiles cambios de color, cogió el artefacto fuertemente con las manos. Quizá si lo liberaba, el gigante volvería a su guarida, le dejaría marchar con vida de vuelta a su tediosa rutina. Quizá nunca debería haber cogido aquella maravilla, quizá la ambición había cegado su razón.
Si su viaje hubiera durado un momento más, Kapec quizá habría soltado su tesoro. Sin embargo, la velocidad del ascensor espacial decidió por él.
El sitio de Castelnuovo
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Después de tanto tiempo en el que por vicisitudes de la vida este proyecto
de novela histórica ha estado abandonado, aprovechando las vacaciones he
revi...
Hace 7 meses
1 comentarios:
¿Gigante + ambición = las habichuelas mágicas?
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