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II
II
Con los malos tiempos nuestra casa había caído en desgracia, los sirvientes se habían marchado, y nuestras tierras pasaron a ser eriales casi yermos de los que no podía extraerse más que el polvo y la dura piedra.
Así que yo debía cumplir con las tres premisas.
Pasé a ser una criada y una sierva al cargo de que nuestra casa al menos aparentase el dinero que hacía tiempo que habíamos dejado de tener. Y cuando las escasas visitas venían a nuestro hogar, si era necesario era comerciada para satisfacer sus necesidades y placeres por el sexo.
En cuanto a la sangre…, bien, no fue necesaria por algún tiempo.
1 comentarios:
Me suena a la cenicienta....
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